jueves, 27 de enero de 2011

Un Dispositivo De Control En Mi Interior

El escozor en la muñeca derecha era insoportable.
La piel ya era más que roja por tanto rascarme para calmar la comezón.
Se abrió un hoyo justo encima de las venas.
De pronto, una de estas venas, forrada en plástico color salmón, saltó a la vista.
Lo jalé y sentí cómo desgarraba mi antebrazo por adentro, al ir buscando la salida al exterior.
La vena plástica se rasgó y de su interior emergió lo que parecía sangre hecha polvo de color marrón.
Mucho más que asustada, por fin logré extraer la tripa de plástico completa.
Al extremo de la vena encontré un dispositivo con botones.
Todo parecía indicar que era un aparato para controlar mi temperatura, pensamientos, palabras, ideas, acciones e interacciones con la gente del mundo exterior.
El susto era ahora una angustia jamás antes experimentada.
Lo que más me consternaba era averiguar quién había puesto ese dispositivo de control en mi interior.
Por fortuna, en ese momento de cavilaciones de película de horror, los toquidos de Dorothea, mujer que no cocina nada, esnorquelea y detesta los postres, me regresaron al estado de vigilia, con el corazón palpitante, eso sí.
Me pregunto cómo interpretarías este sueño tú, mi querido lector o lectora que estudia o se dedica a esto de la Psicología...

miércoles, 26 de enero de 2011

La Camilla Del Autobús

Valentina, es decir, yo misma, iba muy contenta en uno de los autobuses rojos de dos pisos, típicos de Londres.
Miraba por la ventana a las personas, parques bien cuidados, a los perritos con sus amos y las vitrinas de las tiendas de marcas cuyos precios son ridículamente caros.
Se dirigía de Picadilly Circus a Imperial Road, en Chelsea by Thames.
De pronto, subió al autobús una elegantísima dama vestida de negro y sombrero de ala ancha.
Sobria, clásica, perfecta de pies a cabeza, sin una pelusa en la ropa y ningún cabello fuera de lugar.
Caminaba erguida y probablemente rebasaba los 60 años de edad.
Iba acompañada de un hombre no tan distinguido como ella.
La mujer se parecía mucho a la Camilla Parker Bowles en versión guapa.

La mujer del autobús era la Camilla en versión mejorada

Así que Valentina viajó en un autobús con el clon de la Camilla, pero vio a la real y verdadera Sarah Ferguson, Duquesa de York, mejor conocida como "Fergie", en la famosa tienda Fortnum & Mason, fundada en 1707.
En esta tienda departamental de artículos para el hogar, infusiones, quesos y vinos gourmet los vendedores andan ataviados con sacos largos, a la usanza del siglo XVII.
Hay un piso completo dedicado a gran variedad de infusiones; en otro se venden preciosos juegos de servicio de té de porcelana; hay un departamento con todo tipo de artilugios para preparar el té.
No falta el piso dedicado a artículos para damas y otro para caballeros.
Y por supuesto hay un salón de té para degustar toda clase de manjares y pastelillos.
La "Fergie" llevaba un sombrero que le cubría media cara, pero no la identidad, la pelirroja fue fácilmente reconocida por Baby Face quien la señaló con la discreción propia de los hombres. Esta mujer llamó su atención, después le dijo a la Valentina, por su "aire pipirisnais" imposible de ocultar.
La Valentina, indiscreta como toda buena mujer, fue directito hasta donde ella estaba, seleccionando algún frasco de mermelada o compotas.
La miró de cerca y pensó: "Está bien cirujeada" y regresó a la sección de chocolates que no compró ahí, sino en una tienda de cuento de hadas, cuando estuvo en Brugge.

A la izquerda un vendedor con el saco largo
Los empleados en los años 1700's
Quiero algo similar, no había diseños contemporáneos, sólo clásicos, éstos me gustan para verlos, no para servir el té en casa

Los candelabros como éste decoran cada departamento
Una de las entradas a la famosa tienda londinense


martes, 25 de enero de 2011

Mujeres De Negro

En las calles de Hamburgo...

Mujeres caminan, otras fuman, algunas toman glühwein para olvidarse del frío y las penas; otras no tenemos más remedio que conformarnos con un chocolate caliente para no mezclar los chochos con el alcohol... y terminar la fiesta bailando sobre las bancas del bazar navideño.


Mujeres con abrigos de pieles, abrigos a la rodilla y al tobillo, chamarras de moda, bufandas y todo tipo de gorros o sombreros para mantener el calor.
Mujeres solas, acompañadas por amigas, en compañía de amigos o algo más que amigos.
Mujeres despeinadas y poco o nada de maquillaje.
Mujeres muy altas y otras de mi tamaño, es decir, bien petite.
Mujeres delgadas y otras robustas.
Mujeres con botas, botines, de todo tipo, con peluche, sin peluche, aborregadas, como de obrero, finolis y algunas con tacón, las menos.

Mujeres rubias, castañas y de cabellos negros.
Mujeres muy guapas, regulares y no tan bonitas... esto depende de los ojos que observan...


 Mujeres de ojos grandes, chiquitos, azules, verdes y oscuros.

 Mujeres sin gafas para el sol, pues casi ni sale... 
Mujeres sin bolsos de marca.


Casi todas de NEGRO.

El único punto que destacaba entre tanta negrura era nuestra querida niña, toda ella ataviada de rosa.

La pregunta que lanzo al ciberespacio este día...

¿Por qué nos vestimos de negro cuando nos hacemos mujeres?

viernes, 21 de enero de 2011

Los Deditos Congelados

Conseguir un taxi el 25 de Diciembre a las dos de la madrugada en Hamburgo es una pesadilla, no de la calle del infierno, sino del mismísimo polo norte.
Imagínate salir del lugar calientito, tras haber cenado los manjares turcos, la deliciosa pasta, el rico salmón y el fondue de queso del asco, al maldito frío del demonio.
Además tienes sueño y hay que caminar tres cuadras laaaaaarrrrggggaaassss sobre la nieve y el viento en tu cara.
Llegas a la avenida principal y pasa uno y otro taxi... todos van ocupados.
Ya has llamado a todos los sitios de taxis disponibles en la ciudad y en cada uno te ha contestado la grabadora: "Oooppppssss, esto se está llevando más tiempo del usual, vuelva a marcar más tarde" (en tono alemán, claro está).
Figúrate que cada minuto transcurrido se te van congelando los deditos de los pies, con todo y botas para tal clima.
Ya te imaginarás mi alegría cuando al fin pasó un taxi libre y lo tomamos hacia la calientita casa de Dorothea, mujer que no cocina nada y le gusta esnorquelear.

jueves, 20 de enero de 2011

Por Pipirisnais

Valentina & Baby Face, todos pipirisnais, rentaron una Peugot 3008 lindísima, con asientos de piel y navegador incluido.


Entraron a una "boulangerie" y se equiparon con dos quiche lorraine, una rebanada de mil hojas y una exquisita tarta de albaricoque.


¡Ah!, qué a gusto iban ellos escuchando musiquita clásica y degustando su comida en tan bonito auto.


La vida es bella, expresaron en voz alta al unísono.


Y así de contentos iban por las calles de París rumbo al aeropuerto Charles de Gaulle para recoger a dos personas especiales.


Se dejaban guiar por el GPS, el cual en un momento indicó desviarse por la lateral para evitar el congestionamiento vial de la autopista.


Estaban en Saint Denis, cerca del estadio de futbol tan mencionado durante el mundial del 98.


De pronto, el tan moderno automóvil se alocó, anunció en un rojo intenso sobre el tablero la avería de una llanta.


Un hombre barbado que cruzaba la calle, sin siquiera haber mirado bien el automóvil, extendió su mano en señal de hay un problema con su auto. 

La pareja del auto, con el ansia trepada hasta la garganta, consideró continuar, chance y la llanta rodaba hasta el aeropuerto. No fue el caso.



Se vieron en la necesidad de detenerse en cuanto encontraron un espacio. 


Valentina & Baby Face se dispusieron a cambiar el neumático y ¡oh sorpresa!, el moderno auto no traía uno de refacción.


De pronto, un hombre de baja estatura, rollizo y ataviado con chaleco amarillo fosforescente, como los que usan los obreros que trabajan en la vía pública, les indica es imposible estacionarse en ese sitio.


Le explican lo de la llanta ponchada y lo de la no refacción para cambiarla.


El sujeto, todo amable y gentil, ofrece su ayuda. Revisa el auto completo, la cajuela y los interiores. Efectivamente no hay llanta, pero él tiene un remedio de emergencia en su coche. Irá por él y enseguida regresa.


Valentina se siente aliviada, el cielo ha enviado un ángel en su ayuda. Ajá.


El individuo del chaleco fosforilo habla con otros dos en la acera de enfrente y regresa con un spray de espuma para que la llanta ruede 40 km.


El hombrecillo indica a Baby Face cómo aplicar el spray y a la Valentina la  abruma con su verborrea compuesta de palabrerío en francés, mal inglés y quién sabe qué dialecto.


El tipo solicita un pañuelo desechable, ella lo extrae de su preciosa bolsa y se lo entrega.


Acto seguido, el fulano dice a la Valentina: "Madame, fíjese bien para detectar el lugar exacto del desperfecto de la llanta" y continúa con su choro mareador.


La intuición de Valentina la alerta. Algo no está bien. Percibe movimientos de personas del otro lado del automóvil. Quiere asomarse para ver, le preocupa su preciosa bolsa ubicada sobre el freno de mano. Está consciente de las cuatro puertas abiertas.


El fulano no se lo permite, la sigue aturdiendo con palabras, gestos y manos que mueve sin sentido al hablar.


Le comunica irá por un mapa para indicarles el sitio más cercano para reparar el neumático. Se va en friega.


Valentina & Baby Face se miran a los ojos.


Ambos están acongojados. Ya se ha hecho tarde y las personas a las cuales iban a recoger al aeropuerto deben estar preocupadas o desesperadas.


Suben al auto para esperar al gentil hombre.


La preciosa bolsa ha desaparecido.

En ella se encontraba el dinero en efectivo, todas las tarjetas de crédito, pasaportes, licencias, visas de entrada a Estados Unidos, algunas cosillas de valor monetario y sentimental, gafas de sol, una cámara digital, objetos personales no pertenecientes a ese ratero de mierda.



Esta fue la crónica de los hechos, ahora va cómo me siento al respecto:

El tan escuchado y consabido... "No les pasó nada" no me tranquiliza ni me consuela.



¿Por qué tenemos que conformarnos con no haber sido lastimados?


¿Por qué estos individuos toman lo ajeno?


¿Porque carecen de un trabajo bien remunerado? ¿Porque tienen una familia a la cual alimentar y mantener? ¿Por la desigualdad socioeconómica? ¿Porque no quieren trabajar? ¿Porque no tienen acceso a más oportunidades? ¿Porque la vida los ha tratado injustamente? 


¿Estas hipótesis justifican sus acciones delictivas?


En fin, son cosas materiales, pero odio que me quiten mis cosas, nadie me regala lo que tengo. Lo trabajo.

Encontré un París pletórico de vagabundos, algunos tirados y borrachos en las banquetas de las avenidas principales; vi a las gitanas raterillas cuyo modus operandi es mostrar unas hojas que tapan la vista de la víctima mientras sus chiquillos "corren y juegan", pero en realidad están robándote hasta la risa.

En el Consulado de México en París nos dijeron que frecuentemente llegan Mexicanos asaltados.

Nos explicaron que la delincuencia organizada ya es lugar común en ciudades como Barcelona, Londres y París... en las carreteras alemanas también atracan...



Cabe hacer un paréntesis: el trato y rapidez del trámite en el Consulado de México fue magnífico. Y emocionante fue llegar a la calle donde está ubicado y ver nuestra bandera ondeando en la entrada. Fue como estar en casa.

Me parece que la desigualdad económica está pegando en todas partes.

No fue robo con violencia, pero el mero hecho que te roben ya es violencia.


Bueno, para quitar el mal sabor de boca, he aquí algunas imágenes para alegrar la vista...



Boulangerie o Panadería... parisino típico con su mini can


Quiche Lorraine, es como un pay de queso, huevo, jamón y tocino... delicioso


El mencionado auto rentado sin llanta de refacción... shit happens


Con todo y sus vagabundos, gitanillas y rateros, París siempre será París




Mil hojas, un clásico de la pastelería francesa


Tarta de albaricoque... esta palabra me causa hilaridad

miércoles, 19 de enero de 2011

Una Cena Navideña Peculiar

Es 24 de Diciembre en Hamburgo, aún no hemos comprado los ingredientes para preparar la cena.

Tienditas, supermercados, changarros y demás cierran a mediodía algunos y otros a la una.

Dorothea toca a la puerta y nos despierta. Ya son las once de la mañana y si queremos llegar a casa de Claus con el postre y el pan que nos tocó llevar más nos vale apurarnos para ir al supermercado ubicado a tres cuadras de su casa.

El jet lag y el ansiolítico me tienen noqueada. Sin embargo, me levanto rápido, me pongo la ropa térmica del Tata, jeans, la blusa de la pijama, un suéter, los guantes para esquiar porque el frío está de los mil demonios, el abrigo, la bufanda y las botas para caminar sobre la nieve.

Salimos en frieguiza hacia la tienda.

Afortunadamente no la han cerrado aún. Compramos dos pasteles congelados y el pan para la cena navideña.

Por su parte, Claus y Mauri, deciden tomarse un cafecito antes de ir al supermercado. El tiempo vuela y ellos también, pues recuerdan que todo cierra a mediodía.

Llegan a un supermercado y casi casi les cierran la puerta en la cara. Cerrado. Punto. Nada de que porfis déjeme entrar rapidito a hacer mis compras, no sea malito.

Van a otra tienda y lo mismo: "Geschlossen" (en tono alemán, claro está).

Alguien les sugiere vayan a la tienda del Turco de la esquina, es posible esté abierta.

El Turco de la esquina les vende todo lo que queda disponible. Hace su agosto.

Fue una cena navideña divertida, comimos manjares turcos, una deliciosa pasta preparada por la Sra. Lupita,  salmón al horno que había en el congelador y un fondue de queso que nos quedó del asco a Claus, Mauri y a mí, todo chicloso pues lo preparamos con queso turco.

En Hamburgo todo está cerrado en días festivos.

El día 25 de Diciembre nos despertamos con hambre y sin nada en el refri de Dorothea, mujer que no cocina nada.

Nos vestimos otra vez con nuestra ropa del Tata bajo todo lo demás y emprendimos el camino en metro  hacia el centro con la esperanza de encontrar algún restaurante funcionando.

Afortunadamente estaba abierto el Alex. Abarrotado de personas hambrientas y sin víveres en casa.

Y éste no fue el único día que casi nos quedamos sin comer, pero eso te lo cuento otro día.


domingo, 16 de enero de 2011

Como Las Melancólicas De Los 50's

Mi querido lector o lectora, te eché de menos y también extrañé mucho escribir mis diatribas en mi diván de terciopelo azul.

Anduve un tiempo de viaje, como aquellas mujeres de los años 50´s que empacaban sus tiliches y se iban durante largo tiempo para curar la melancolía.

Visité lugares de aromas diversos, climas extraños para mí, paisajes desconocidos algunos, otros parecidos a lo cotidiano.

Vi y conocí personas de todos los tipos, colores, estaturas y complexiones.

Gente de pensamientos, ideologías, usos y costumbres propios y extraños.

Mis ojos contemplaron, soñaron, añoraron, valoraron, imaginaron, se maravillaron y también lloraron, de alegría, emoción... e impotencia en uno de tantos de esos días.

Degusté todo tipo de manjares, dulces, panes, pastelillos, chocolates y viandas mas no los vinos y licores por prescripción médica.

Sentí mi caminar sobre la nieve, hojas esparcidas, lluvia, lodo y calles adoquinadas.

Experimenté emociones indecibles al escuchar en vivo la novena sinfonía de Beethoven, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Hamburgo. Esa noche del 1 de Enero de 2011 mis ojos lloraron de emoción.

Conocí mujeres admirables... ellas luchan solas en la vida.

Fui testigo de los dilemas socioeconómicos que han arribado, se han intensificado, prevalecen y difícilmente serán controlados en países del Grupo de los Ocho, el cual reúne a las potencias industrializadas más importantes del planeta.

Vengo cargada de innumerables anécdotas, historias, aventuras y desventuras que te iré contando poco a poco.

Mientras tanto, te mando un abrazo desde la Ciudad más grande del mundo, ahora convencida es mi Ciudad favorita, la Ciudad de México.

Espero que 2011 nos trate bien.

Hamburgo desde mi ventana


Caminando por Hamburgo

Un copo de nieve sobre mi nariz

La Kana sobre la nieve...

El Castillo de Edimburgo

La Casa de Dunbar, ya te contaré esta historia