lunes, 26 de julio de 2010

Una Mensajera Llamada Hilda

Afortunadamente no sucede con frecuencia, pero sí me da por azotarme una que otra vez.

Este sábado en la tarde me azoté un largo rato. Tal vez fue debido a la imparable lluvia y cielo gris; o posiblemente fueron culpables las alborotadas hormonas; o probablemente sucedió por las pocas horas de sueño en todo un año; o también pudo ser alguna palabra, aroma, visión o pensamiento el detonante de tremendo azote que afortunadamente no inundó la casa con la cantidad de lágrimas que derramé.

Afortunadamente mi buena estrella me mandó al mensajero apropiado, en el momento necesario.

Su presencia misma irradia luz y buena vibra, con sus palabras promueve el giro optimista a la situación más oscura y negativa de la mente; no es psicoterapeuta mas ni falta hace porque su experiencia, conocimiento de la vida y alegría con la cual la abraza te regresa al equilibrio aunque te resistas con mil y un mecanismos de defensa.

Su abrazo amoroso transmite calma, los decretos originados en su corazón salen de su boca, llenan la habitación y buscan la ventana de salida para irse directamente al universo a entregar la orden.

Y lo que dice se lo crees y lo haces tuyo porque tanto el pensamiento, el discurso y el aspecto físico son coherentes y congruentes.

Ella es hermosa a la vista, pero mucho más bonita es en su interior.

Una de las personas más positivas que conozco, ella es mi tía Hilda o simplemente Hilda, como le gusta ser llamada por propios y extraños.

Gracias Hilda, me hiciste tanto bien.

Y aprovecho este espacio para enviarte un saludo, mi sobrinita Regina... tú también me gustas mucho.

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