jueves, 16 de febrero de 2012

Hubo Un Mundo Sin Google, aunque usted no lo crea

Recuerdo cuando iba al puesto de periódicos y revistas de la esquina para comprar mi Notitas Musicales. A través de esta mini revista me aprendía las letras de las canciones de moda. Notitas Musicales no se imprimía en papel couche. En la portada salían personajes como José José, Emmanuel y Juan Gabriel. Se publicaban las letras de los éxitos en Español y de los hits en Inglés.
Vienen a mi mente aquellos días en los que hablabas por teléfono a la estación de radio para solicitar al señor locutor la canción deseada.
No olvidaré lo tiempos cuando las cuatas, mis primas Claudia, Ale y yo, íbamos al Sanborn's de Plaza Universidad para recortar las fotos de los galanes que aparecían en el Tiger Beat.
El Tiger Beat era una publicación en papel couche de bajo gramaje. Ahí podías encontrar a Donny Osmond, los hermanos Cassidy, Leif Garret, Matt Dillon y demás pop stars.
Si eres de las generaciones más jóvenes, ¿qué crees? Hubo alguna vez un tiempo en el cual no había celulares. Teníamos que llevar monedas para llamar a casa, desde un teléfono público, para pedir permiso de llegar media hora más tarde. Y por lo general la respuesta era "No, de ninguna manera".
Guardo una caja repleta de fotografías impresas y álbumes cuyas imágenes se están tornando amarillentas. Aunque no lo creas, alguna vez las fotografías eran impresas en papel y se colocaban en álbumes. El revelado tardaba entre 3 y 4 días. Había rollos fotográficos de 10, 15, 20 y 25 impresiones (más o menos, no recuerdo bien). No te podías dar el lujo de realizar varias tomas y seleccionar las mejores para tu álbum digital. Cada impresión costaba un dineral.
Atesoro dos canastos rebosantes de tarjetas de cumpleaños, San Valentín y Navidad, recibidas a lo largo de mi vida. Increíble, pero es verdad. Se acostumbraba recibir felicitaciones y notas de amor por correo, en un sobre sellado, con todo y su timbre postal.
Esos cestos de mimbre también resguardan algunas cartas, ¡escritas a mano!, por amores del pasado.
Siempre permanecerá en mi corazón el recuerdo de aquel tocadiscos que mis padres me compraron en una Navidad hace varias décadas.
En ese pequeño tocadiscos azul escuchaba mis discos de vinilo, los de 33 y 45 revoluciones por minuto. Discos de vinilo no eran los CD's que tú conoces (en caso que pertenezcas a las generaciones nacidas cuando éstos ya estaban en el mercado). Eran hechos de acetato o vinilo, negros; los de 45 RPM eran más o menos del tamaño de un CD y los de 33 RPM eran más grandes. Más abajo verás una foto para que los conozcas.
Hubo una vez un mundo sin iPods, iPads, MP3, playbooks, cámaras digitales, celulares, computadoras, Wikipedia y Google.
Hubo una vez un mundo en el cual las satisfacciones llegaban con el tiempo, era menester tener suficiente tolerancia a la demora y a la frustración.
Hubo una vez un mundo en el cual esperabas quince días por una revista, una hora o más para que el locutor te complaciera con una canción, una semana o más para recibir la misiva de tu enamorado/a, un año para que llegara a México el álbum de tu cantante o banda favorita.
Hubo una vez un mundo en el que caminabas por lo menos una o dos cuadras para realizar una llamada telefónica.
Hubo una vez un mundo en el cual las cosas no estaban al alcance de un Googlazo o un Wikipediazo.
¿Y te digo algo?
Era un mundo emocionante, sorprendente y divertido... porque tenías que esperar para disfrutar la recompensa.
Me parece que ahora es tan fácil y rápido obtener información, imágenes, música y/o respuestas, que el goce o placer se desvanece precisamente en un instante.
Y así, vamos de una satisfacción a otra...
...eternamente insatisfechos...
"Sin llenadera", como dirían mi tía Hilda y mi mamá.

Te presento un disco de vinilo vs. un CD 

Las letras de las canciones no estaban al alcance de una compu.


Revista que contenía a todos los galanes de moda.

Esto era un álbum fotográfico.

Esto es una tarjeta de felicitación y una pluma
para escribir un mensaje para la persona querida.


Las cartas se escribían con tu puño y letra.

Eso era una caseta telefónica.

Para marcar un número había que girar la rueda,
no había botones en los teléfonos.

Te presento a Donny Osmond, personaje de mis fantasías de adolescente.

Algún día Matt Dillon fue este galán.

Shaun Cassidy, otro que me quitaba el sueño.

Nunca me gustó Leif Garret.

Hubo alguna vez un mundo en el que podíamos vivir sin estas cosas.

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Excelente tu narración. Tienes toda la razón, pero creo que si no existieran estos gadgets tecnológicos no te hubiera conocido.
Es muy padre esperar (lo que cuesta se valora más), pero no lo sustituiría, me gustan tus narraciones.
:)

Lilia Carrillo dijo...

Gracias querido Anonymous, a mí me gusta que haya personas como tú que disfrutan lo que cuento.