martes, 16 de marzo de 2010

El Vigilante Melancólico

Los días pueden ser fríos, soleados, lluviosos o con viento. Todas las mañanas de los días hábiles que transito por esa esquina, está el vigilante de esa empresa que no tiene caseta para el hombre. No sé cuántos años tiene, soy mala para calcular la edad de quienes han pasado los cincuenta.
Lo que sí sé es que es un hombre triste, de cabello canoso, ataviado con su uniforme siempre impecablemente limpio y planchado.
Hay veces que está sentado en esa silla alta, similar a las de los salvavidas en las playas. Posiblemente los dueños o administradores de esa compañía creen que el vigilante será su salvador en el caso de un asalto. Y yo me pregunto, ¿cómo podría ese hombre de presencia frágil y triste persuadir a ladrones que tuvieran el ánimo de entrar ahí para tomar lo ajeno?
A veces lo encuentro de pie en la banqueta, leyendo una bitácora que quizás ni letras tiene, como tratando de distraer el sueño, que me imagino lo invade con frecuencia. Y yo me pregunto, ¿cómo puede ese hombre pasar tantas horas en un trabajo a mi juicio aburrido?
En otras ocasiones, las menos, lo he visto conversando con el vigilante de la empresa vecina. Es en estas pocas ocasiones que lo he visto sin la expresión de melancolía que lo caracteriza.
Cuando he pasado por ahí y me he visto obligada a detenerme más tiempo del que yo quisiera, mientras algún trailero realiza maniobras en la estrecha calle, he podido ver su rostro más de cerca, pleno de arrugas, demacrado, pensativo. Y yo me pregunto, ¿qué pasará por la mente de este hombre que tiene, a mi juicio, un trabajo tan ingrato?
Y no es que menosprecie su trabajo, el hombre se gana la vida dignamente, pero mi espíritu inquieto se hace estos cuestionamientos porque se imagina que no soportaría permanecer estático durante tantas horas, a la intemperie, sin hablar con otras personas, sin realizar más actividad que observar, esperando que no se le ocurra a delincuente alguno venir a perturbar la rutina de los días fríos, soleados, lluviosos o con viento.

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