martes, 2 de noviembre de 2010

No La Envidio En Absoluto


Siempre me ha gustado mirar a las Catrinas. 


La que está sobre el escritorio de mi estudio es elegante, espigada y coqueta.


Su vestido negro resalta su cadera voluptuosa y le entalla la cintura.


Muestra los hombros huesudos, lo cual parece no importarle pues sonríe como la mismísima Farrah Fawcett en aquel poster donde lucía el traje de baño rojo.


Lleva con altivez y arrogancia ese sombrero lila, pletórico de flores de colores y plumas blancas. Si Coco Chanel la viera seguramente le criticaría su sombrero pues a su juicio le parecería un enorme pastel de merengue igualito a los de Sanborns.


Posiblemente las Catrinas adolecen de la elegancia clásica de la Chanel, pero les sobra porte y distinción.


Sí, me agrada observarlas, de cualquier tamaño, material y colorido... pero de lejos, allá, en mi escritorio, en el aparador, en la vitrina, en la tiendita de chucherías que me jala como imán a entrar y verlo todo con detenimiento... 


Está de pasarela, ya la hubiera querido la Coco Chanel en sus desfiles



La de amarillo enseña pierna


...es un objeto artesanal que deleita mis pupilas pero no la envidio en absoluto...

Yo aún no estoy lista para ser, ni quiero ser, una Catrina...

2 comentarios:

Claudia E. dijo...

Hola prima:

Qué padres cosas tiene México, me cae, visto desde el extranjero, están loquísimas y originales, no sé si otros países tengan tanto o más que ofrecer pero como México no hay dos.

Besos,

Clau

Valentina dijo...

Hola Claudita!

No hace falta esperar a tu próxima visita. Dame tu dirección y te embarco una.

Un beso!