viernes, 3 de agosto de 2012

Tina y Sus Demonios

Las olas lamían los pies de Tina en tanto ella conversaba con su mente.
Siempre se había creído libre.
Ilusa.
Pensaba que su ir y venir, subir y bajar, entrar y salir, aterrizar y volar, era libertad.
Ilusa.
Definitivamente sí iba y venía, subía y bajaba, entraba y salía, aterrizaba y volaba en esos tiempos pasados, pero siempre había en ella un sentimiento asfixiante que le presionaba el plexo solar.
Recordó aquella vez que vomitó sus emociones en esa playa ahora tan lejana.
Esa noche llovía, como suele llover en el trópico.
Llevaba un vestido de manta, ajustado a su cuerpo costeño.
Portaba el vestido, unas gotas de perfume y nada más.
Se mojó toda, con su llanto, más que con el agua que caía del cielo.
El vestido empapado abrazó sus curvas.
Salió de Tina un séquito de demonios, largo tiempo contenidos.
Lucifer, Luzbel, Belcebú y hasta la mismísima Lilith fueron exorcizados de su alma en esa noche.
Se dispersaron por la arena algunos, los menos se fueron a nadar y los más quisieron ir a poseer a las almas atormentadas.
Esto último hizo Lilith.
En esa noche de tormenta fue cuando Tina se sintió ligera.
En esa noche oscura dio inicio su transformación.
En esa noche mojada, toda ella, comenzó a comprender el verdadero concepto de la palabra libertad.

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