lunes, 11 de enero de 2010

Las Dos Caras De Acapulco

El tema de hoy no es tan real. Se trata de mi Acapulco querido, del cual no tuve "Dos Horas de Sol" (José Agustín) sino dos días completitos sin sol. Para mi total sorpresa encontré un Acapulco con clima fresco, tipo Cuernavaca en Diciembre, pero nublado todo el tiempo. ¿Qué se hace en estos casos? Lo primero qué pensé fue no amargarme y tomarlo con calma aunque muriera por broncear mi oficinesca piel para recobrar la vida. Después de tranquilizarme, como que la mente se me despejó y me di cuenta de que realmente no era el fin del mundo, estaba a nivel del mar, había menos contaminación, el aire sabía diferente y todo transcurría en baja velocidad. Las opciones que elegí: ir a caminar a la playa, jugar tenis y visitar el puerto para descubrir sus entrañas. Una cosa es Acapulco Diamante y otra el Acapulco de verdad. Al principio comenté que el tema de hoy no es tan real. Me refiero a que Acapulco es un espejismo para unos y una triste realidad para otros. Es bello y luce bien cuidado por encimita, por donde el turista mira, come, se relaja, se divierte, duerme y camina, pero si le rascamos un poco es otra historia. Si nos adentramos más allá de la Costera entonces encontramos calles con baches, edificios que se caen de viejos, casuchas sin ventilación, incomodidades y una gran miseria. El surrealismo de Acapulco, como tal vez pensaría André Breton, me provoca pesadumbre. Ayer ya amaneció soleado y hermoso, con cielo muy azul y caluroso, el clima típico de mi pueblo. Fui a la playa, a un lugar ubicado donde están los Jacobos, pero realicé mi caminata del día hacia el otro lado, donde no hay condominios de lujo con jacuzzi incluido, ni bar con palapa. De ese lado no hay pasto verde bien recortado ni jardines con flores amarillas, las llamadas campanas. No hay sunroofs ni margaritas con "Don Julio Reposado, si es tan amable". Los lugareños se meten al mar en chores y playera. Los masajes no se dan en el spa del Princess sino en camastros improvisados y los ofrecen mujeres de brazos fuertes. No hay albercas de aguas azules y antojables, pero sí hay muchos niños de rostros felices por jugar con las olitas y la arena. Especialmente llamó mi atención la expresión de alegría de un hombre que con sus dos hijos y su esposa construían un castillo de arena. También vi a los que paseaban a sus tres canes, eran un cocker y dos que yo llamo perros chocolate porque no sé qué raza son. Los llamo así por su color. Cuando ya había caminado suficiente regresé hacia el otro Acapulco, el de los Jacobos... y los pensamientos en mi mente eran variados y encontrados... por un lado pensaba en lo afortunada que yo soy de ser originaria de este hermoso puerto y poder vivirlo, respirarlo y sentirlo tanto... pero también pensaba en el no balance que hay entre ricos, clase media y pobres... pensaba en los que desgobiernan a mi pueblo... pensaba en lo glorioso que Acapulco podría ser sin tanta corrupción... pensaba en muchas cosas... pensababa también en la belleza de las olas y su color azul gracias al sol a esa hora... pensaba en tomarme una margarita, con Don Julio Reposado, si es tan amable... Ya me voy, me espera Pie de la Cuesta y la Laguna de Coyuca : )

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