lunes, 17 de octubre de 2011

Soy Una Voyeur

Cuando no soy yo quien conduce el coche, observo a través de la ventanilla.
Durante el semáforo en rojo, o en el tránsito a vuelta de rueda, para nada extraño en la Ciudad de México, miro las ventanas de los edificios de departamentos.
Si corro con suerte y las cortinas están abiertas, alcanzo a ver un pedacito de la vida de sus habitantes.
Me imagino cómo serán ellos, cuántos vivirán ahí, a qué dedicarán el tiempo libre : )
Invento sus historias.
Las elaboro a través de la decoración o ausencia de la misma.
Las armo por medio del color que le han puesto a las paredes; si han determinado tener focos con o sin lámpara.
Las construyo con base en los cuadros, fotografías o posters que visten el hogar.
Por cierto, a mí no me gustan los focos desvestidos. Esa es una más de mis manías y obsesiones.
Veo qué tipo de plantas y macetas adornan los balcones.
Por alguna de esas ventanas a veces se asoma un perrito o un gato que me devuelve una mirada misteriosa.
En las ventanas de la Ciudad de México no he visto a ninguna anciana atisbar a través de las cortinas.
Es en la Francia rural donde he visto decenas de abuelitas mirar desde atrás de las cortinas los sucesos del mundo exterior.
Cuando voy de copiloto en el auto no soy ninguna buena ayuda para el conductor.
Mis ojos miran todo lo que hay afuera.
Arboles, personas, edificios, restaurantes, parejas, tiendas, mascotas, niños, publicidad, policías, transeúntes, payasitos del semáforo, puestos de flores o periódicos; globeros, mujeres, limpiaparabrisas, pero principalmente: las ventanas de los departamentos.
Lo reconozco, soy una voyeur del mundo que me rodea.
Sin remedio ni ganas de encontrarlo.
Probablemente como las decenas de voyeurs que abundan en las redes sociales, como el facebook, que sólo miran, pero nunca participan.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me tocó ir a una guardería hoy, soy persona designada para recoger a mi sobrina, cuando los papás no pueden. Todo un sistema de seguridad sofisticado. Me tomaron las huellas de todos los dedos de las manos. Yo creo que en unos años también me van a pedir las de los dedos de los pies... jajajaja...
Pero sin salirme del tema, al estar esperando al experto en sistemas que me iba a digitalizar mis manos, me quedé hipnotizado con el sinfín de sonidos, risas, gritos o llantos de todos los niños que estaban en la guardería. Yo no los veía, parecía que todos estaban en un mismo cuarto y a la vez me daba la impresión que estaban en múltiples habitaciones. Viendo la seguridad extrema y recordando el nefasto acontecimiento de la guardería que se quemó en Monterrey, me entró un escalofrío que me despertó de mi hipnosis...
En ese momento de trance quedé como un perfecto voyeur, pero de oído.
Es encantador sentir y escuchar las vibraciones de los niños cuando están en la etapa de Ser tal cual son, sin modas, sin clichés, sin preocupaciones del qué dirán.
Se expresan como angelitos, todos encerrados en un cuarto y jugando con una vida plena y sin complejos...
Lástima de la importancia del tiempo, creo que las personas se podrían pasar horas ahí... como un simple voyeur de oído.
Saludos.

Lilia Carrillo dijo...

Hola anonymous, gracias por tus comentarios aportados al diván. Podríamos decir que en lugar de voyeur fuiste un écouter... no mirón sino "escuchador".
A mí me parece fascinante observar el mundo y escucharlo, también.