miércoles, 19 de enero de 2011

Una Cena Navideña Peculiar

Es 24 de Diciembre en Hamburgo, aún no hemos comprado los ingredientes para preparar la cena.

Tienditas, supermercados, changarros y demás cierran a mediodía algunos y otros a la una.

Dorothea toca a la puerta y nos despierta. Ya son las once de la mañana y si queremos llegar a casa de Claus con el postre y el pan que nos tocó llevar más nos vale apurarnos para ir al supermercado ubicado a tres cuadras de su casa.

El jet lag y el ansiolítico me tienen noqueada. Sin embargo, me levanto rápido, me pongo la ropa térmica del Tata, jeans, la blusa de la pijama, un suéter, los guantes para esquiar porque el frío está de los mil demonios, el abrigo, la bufanda y las botas para caminar sobre la nieve.

Salimos en frieguiza hacia la tienda.

Afortunadamente no la han cerrado aún. Compramos dos pasteles congelados y el pan para la cena navideña.

Por su parte, Claus y Mauri, deciden tomarse un cafecito antes de ir al supermercado. El tiempo vuela y ellos también, pues recuerdan que todo cierra a mediodía.

Llegan a un supermercado y casi casi les cierran la puerta en la cara. Cerrado. Punto. Nada de que porfis déjeme entrar rapidito a hacer mis compras, no sea malito.

Van a otra tienda y lo mismo: "Geschlossen" (en tono alemán, claro está).

Alguien les sugiere vayan a la tienda del Turco de la esquina, es posible esté abierta.

El Turco de la esquina les vende todo lo que queda disponible. Hace su agosto.

Fue una cena navideña divertida, comimos manjares turcos, una deliciosa pasta preparada por la Sra. Lupita,  salmón al horno que había en el congelador y un fondue de queso que nos quedó del asco a Claus, Mauri y a mí, todo chicloso pues lo preparamos con queso turco.

En Hamburgo todo está cerrado en días festivos.

El día 25 de Diciembre nos despertamos con hambre y sin nada en el refri de Dorothea, mujer que no cocina nada.

Nos vestimos otra vez con nuestra ropa del Tata bajo todo lo demás y emprendimos el camino en metro  hacia el centro con la esperanza de encontrar algún restaurante funcionando.

Afortunadamente estaba abierto el Alex. Abarrotado de personas hambrientas y sin víveres en casa.

Y éste no fue el único día que casi nos quedamos sin comer, pero eso te lo cuento otro día.


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