miércoles, 10 de agosto de 2011

¿Estoy Mal?

Lo que te voy a platicar el día de hoy en este espacio no es nada nuevo, de esto ya han hablado, desde hace muchos años, los estudiosos del comportamiento humano, entre ellos Sigmund Freud.
En mi caso en particular, estoy llegando a la posible conclusión que mis dilemas existenciales radican en mi insaciable deseo, para bien y para mal.
Y no pienses que estoy refiriéndome solamente a las cuestiones sexuales, hago alusión aquí a algo más que eso, mi discurso no se enfoca meramente a los impulsos humanos básicos.
Me refiero a esos deseos que han sido el motor impulsor para estar justo en el lugar en el que hoy me encuentro.
Me refiero a esos deseos que una vez realizados generan otros nuevos.
Me refiero a esos nuevos deseos que siempre vienen acompañados de expectativas cada vez más altas.
En mi larga lista de deseos han figurado de diversas variedades.
Por supuesto he tenido, tengo y tendré deseos por las cosas materiales, sería poco honesta si te dijera que las frivolidades no van con mi persona.
También he tenido, tengo y tendré deseos de aprender más, conocer más, investigar más. Espero y deseo nunca conformarme con lo ya leído, visto o experimentado.
En mi extensa lista de deseos ha estado siempre el de encontrar el verdadero amor.
He deseado ser exitosa en el terreno profesional, he deseado recorrer caminos felices, he deseado visitar lugares lejanos, he deseado ser más asertiva.
Mis conflictos emocionales se presentan cuando ya satisfecho un deseo surgen de mi interior nuevos deseos.
Si ya tengo la casa que deseaba, por ejemplo, ahora deseo una más grande.
Si ya leí ese libro que busqué con tanto afán ahora me nace el deseo de encontrar uno nuevo que me represente un reto.
Si ya me maravillé con la vista de las Barrancas del Cobre ahora surge en mi corazón el deseo de explorar otras montañas.
Si ya he encontrado el verdadero amor ahora deseo que éste crezca y no se acomode en la tumba de la rutina.
Si se han cumplido varios de mis sueños ahora sueño con nuevos sueños.
Y así podría continuar infinitamente con mis listas de deseos cumplidos y de los que ahora deseo que se cumplan.
Y en mis momentos de introspección he llegado a la posible conclusión que mis dilemas existenciales radican precisamente en mi incesante desear y por mi insaciable desear no lograr obtener satisfacción como diría el buen Jagger.
No me he tomado el tiempo de pararme justo donde estoy aquí y ahora, mirarme en un espejo y agradecer a la vida y al universo por haberme cumplido casi todos mis deseos...
Y digo casi porque sólo uno fue el que la vida no me otorgó...
Mi deseo de dar vida a otro ser humano.
Y es que no se puede desear todo en la vida ¿cierto?





2 comentarios:

Héctor García dijo...

Respondiendo a tu pregunta, yo creo que tal vez no se pueda desear TODO, pero sí podemos seguir alimentando nuestros deseos. ¿Qué sería de nosotros sin sueños? Ahora bien, como dices, hace falta hacer paradas en el camino y dar gracias por todo lo que la vida nos ha otorgado, por la experiencia pasada, por el instante presente, por nuestra salud, por las personas que nos quieren, por quienes somos en este instante... Y de ahí retomar y seguir soñando, no con el afán de llenar un hueco en nuestra existencia, sino con el anhelo de sacarle más jugo a esta experiencia llamada vida.

Lilia Carrillo dijo...

Comparto tu opinión, Héctor, esta experiencia llamada vida para mí no tendría sentido sin sueños, metas o deseos. Agradezco tus visitas al diván y que comentes lo que piensas. Ha sido muy agradable conocerte a través de este medio.