miércoles, 9 de febrero de 2011

Imaginando El Miedo

Fue una sensación extraña y de gran pesadumbre viajar en tren cuando estuve en Alemania.
Como si la energía de hace varias décadas aún estuviese presente en el ambiente.
La espera de tan sólo diez minutos en la estación para abordar el tren me pareció eterna porque hacía mucho frío.
Ni la ropa térmica del tata, la playera de cuello de tortuga y manga larga, el suéter grueso, chamarra, guantes para esquiar, calcetines térmicos, bufanda y botas lograban paliar lo gélido del lugar.
Iba vestida cómodamente, con ropa adecuada para el clima, llevaba conmigo mis pertenencias.
Abordo del tren, la calefacción me obligó a despojarme de abrigo, guantes y bufanda.
Encontré asientos sumamente cómodos, algunos con mesa para degustar el almuerzo o jugar cartas, como lo hicimos la niña y yo.
El paisaje nevado a través de la ventanilla resultó encantador, sí, sentada en ese cálido y moderno vagón.
El tono alemán que anunciaba cada parada contribuyó a transportarme más allá del presente e imaginar cómo habrá sido la experiencia de viajar en tren en los 40's...
...En invierno, sin la vestimenta necesaria, de pie, en vagones atiborrados de personas, hambrientas, con sueño, con frío, al lado de gente enferma, durmiendo o muriendo sobre sus heces y orina...
...Me imagino el terror derivado de la incertidumbre de su destino... el pavor de quienes viajaban en los destartalados vagones de tren con rumbo a Dachau...
Muy afortunada me sentí de ir en ese tren, en este siglo, rumbo a Lübeck, una hermosa ciudad medieval, ubicada al norte de Alemania.

Una estación de tren en la Alemania actual


En estos tiempos sí se disfruta la belleza del paisaje nevado






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