jueves, 17 de febrero de 2011

Las Mujeres Admirables

Las mujeres de Hamburgo, Edimburgo, Londres, París y Lübeck, no tienen edad.
Esta percepción tan mía obedece a que he visto en esos sitios a mujeres ¿de la tercera edad? subiendo los escalones con todo y el pesado equipaje; andando en bicicleta a toda velocidad; caminando erguidas y a paso rápido; recorriendo largas distancias a pie, sobre la nieve, bajo la lluvia, a temperaturas bajo cero, de noche o de día.
Las he visto ir con muletas, en silla de ruedas o con bastón. Solas, impulsadas por su propia voluntad.
Las mujeres de las poblaciones mencionadas son independientes, autosuficientes y admirables.
Las he mirado tomando un café consigo mismas; leyendo un libro en el parque; caminando a su mascota junto al Támesis.

Las vi trotando en compañía de sus audífonos por las calles de Chelsea o junto al lago Alster.


Conviví con una alemana, llamada Dorothea, la cual no cocina nada, le gusta esnorquelear, detesta los postres, se duerme a las once en punto, sabe decir no, es claridosa, dueña de su tiempo, vigilante de su bienestar, lectora insaciable, viajera del mundo, amante de la naturaleza y de la música clásica.

Dorothea, mujer que sabe lo que quiere y lo que no, lo manda de paseo.




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