martes, 28 de junio de 2011

¿Y Tú Qué Estás Haciendo?

“Relatively soon, I will die. Maybe in 20 years, maybe tomorrow, it doesn't matter. Once I am dead and everyone who knew me dies too, it will be as though I never existed. What difference has my life made to anyone? None that I can think of. None at all.” 


Estas son palabras pronunciadas por Mr. Schmidt (Jack Nicholson) en la película "Confesiones del Sr. Schmidt" (2002).
El Sr. Schmidt tiene 60 años de edad, se le murió repentinamente su esposa, con la cual llevaba casado más de 40 años; se ha jubilado de la compañía aseguradora para la cual trabajó durante varias décadas. 


Se encuentra solo. Enfrenta una crisis existencial en la antesala a la senectud. No le encuentra sentido a su vida. Considera morirá sin haber hecho nada importante en su paso por el mundo, sin haber impactado positivamente a persona alguna. 


Triste me parece la existencia del Sr. Schmidt.


Triste me parecería pasar por esta vida sin encontrarle un sentido, sin dejar huella en alguien más.


Este fue el tema existencial que Ale y yo pusimos en la mesa virtual el día de hoy.


En una de esas idas y venidas de información le escribí que no es tan difícil impactar positivamente tanto nuestra existencia como la de otro ser humano.




Lo podemos hacer a través de las palabras, de la música o de las fotografías.


Lo podemos hacer a través de un gesto amable, una caricia, una mirada o un abrazo.


Lo podemos hacer a través del amor.


Hay muchas palabras que a veces pronunciamos sin saber el profundo impacto que causarán en el otro.


Para bien o para mal.


Mucho cuidado con nuestras palabras entonces.


Y en estos intercambios virtuales nos encontrábamos mi amiga y yo cuando recibí una noticia que confirmó mis hipótesis sobre las formas de impactar positivamente a los demás.


Una persona especial obtuvo hoy la Maestría en Derecho, Economía, Administración con Mención Management y Comercio Internacional.


Esta persona explicó a los sinodales que muchas cosas que ha aprendido en su vida le fueron enseñadas por mí.


Me agradeció por mi tiempo y mi paciencia... por mis enseñanzas.


Y terminé de leer su correo electrónico con los ojos inundados en un maresote de emoción.



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