lunes, 22 de agosto de 2011

Una Tarde Lluviosa En Mi Diván

Hoy es una de esas tardes lluviosas y frescas en las que se me antojaría más estar en un lugar agradable, tomando un buen espresso, con buena compañía.

Sin embargo, hoy es una tarde lluviosa y fresca en la que aún me encuentro en la oficina, tomando un café americano frío y sí, con buena compañía, estoy conmigo misma.
Apenas es lunes y ya me siento tan cansada como si fuera jueves, porque los viernes medio revivo, como por arte de magia.
Caramba, esto de los 40's de verdad que no me está cayendo nada bien.
La mayor parte del tiempo me siento fatigada, aunque haya dormido 12 horas.
Y no sé por qué te cuento todo esto.
Supongo que es lo que tenía en la cabeza al estar escribiendo estas líneas.
Esta tarde es también de esas tardes en las que no tengo en mente un tema específico para este espacio.
Pero es de esas tardes en que no podía evitar recostarme en mi diván de terciopelo azul.
Cuando estoy aquí me siento relajada.
Cuando escribo aquí me siento libre.
En este espacio yo puedo hablar de lo que se me antoje.
Este espacio también lo puedes leer cuando se te antoje.
Platico contigo y no sé qué aspecto tienes.
Tampoco sé cómo son tus ojos.
Ni sé si sonríes o eres de talante serio.
No tengo idea de qué color es tu cabello.
No sé si eres hombre o mujer.
No conozco tus gustos, no sé cómo es tu personalidad.
Hoy me puedes leer tú, mañana puede ser otra persona.
Aquí te escribo a ti, un fantasma que puede ser de cualquier nacionalidad.
"No sé quién eres, porque no te he estado observando", pero te cuento mis penurias y alegrías como si te conociera.
Ahora llueve y no traje mi paraguas de colores rosa y rojo.
Tampoco tengo mi gabardina.
Mi cabello alaciado se tornará ondulado. Y si me mojo, me dará frío.
¿Sabías que soy una persona muy friolenta?
Eso comentábamos Jana y yo la noche de la Graduación.
Ella y yo no podemos ir a ningún lado si no llevamos nuestro chal.
Decíamos que las mujeres más jóvenes que nosotras no acostumbran llevar nada para taparse porque en el antro no hay dónde guardar las cosas.
Además, se arropan con el abrazo o con el saco de su novio.
Sí, el sábado fue la fiesta de Graduación de la generación 2008-2011 de la Licenciatura en Psicología.
Fue muy agradable, pero en ese tipo de fiestas se complica conversar.
La música siempre está a decibeles demasiado altos para mis oídos.
O te tomas unos drinks, o te fumas lo que quieras o bailas a morir.
Yo no tomo drinks ni fumo y bailo como si tuviera dos pies izquierdos.
Y pues bueno, le hice al cuento un rato sobre la pista de baile como si yo fuera la mejor de las bailadoras.
Para ser honesta contigo todavía me faltan algunos créditos para obtener mi cédula, pero yo quería estar en la fiesta de Graduación de mis compañeros de generación así que asistí a mi pre-graduación.
Ya me falta poco para terminar y me la llevo con calma para no explotar mis nervios.
Es una carga muy pesada trabajar y estudiar al mismo tiempo.
Ahí voy, paso a pasito.
Y algún día, no muy lejano, después de terminar la licenciatura, estudiaré una especialidad y me dedicaré a la Psicología clínica...
Ese es mi sueño a mediano plazo...
Y sé que se me cumplirá porque ya lo tengo metido en la cabeza.
Bueno, me parece que hoy te hablé de todo y de nada.
Te mando un abrazo, dondequiera que estés.

6 comentarios:

Fernando de Alarcón dijo...

Tu texto me gusta...
Me gusta por dos motivos:
1.-Porque visualizas la tarde del mismo modo que yo: tranquilidad, calma, espresso, la posibilidad en el horizonte de una grata compañía.
2.- Al leerte, me remites inmediatamente al "Libro vacío" de Josefina Vicens; ¿lo has leído?... tienes la misma manera de conversar con la página (virtual o de papel), y de ir hablando para ti misma y para el incógnito lector, vas construyendo una crónica vespertina que toma forma y cuenta una historia.
Al final, es un gusto enterarse de tu graduación anticipada, de uno de tus planes y de mucho de tus aficiones.
Correspondo a tu abrazo, allá donde recibas este mensaje.
Gracias.

Lilia Carrillo dijo...

Hola Fernando, gracias por visitar el diván y por tus comentarios. No he leído ese libro pero con toda seguridad lo buscaré. Yo sólo escribo como siento...

Héctor García dijo...

Te admiro muchísimo por tu determinación de sobreponerte a la inercia en los diversos aspectos de tu vida: escribir, estudiar, bailar...

Creo que si no hubiera estudiado ingeniería me hubiese gustado estudiar psicología, me parece facinante, qué bueno que tú lo estás realizando.

Te agradezco mucho por compartirnos tu mundo interior, no todos tienen el valor de hacerlo.

Saludos!

Lilia Carrillo dijo...

Hola Héctor, fíjate que yo solía ser una persona muy tímida... por eso estudié periodismo... y así he ido por la vida, haciendo actividades que según yo no podía hacer, como jugar tenis, por ejemplo.
La Psicología es un mundo fascinante que descubrí y cambió mi forma de ver las cosas.
Comparto mi mundo interior en este espacio porque es liberador y porque es posible que mis experiencias ayuden a alguien más, tanto las amargas como las que sólo pretenden divertir.
Gracias por tus comentarios dejados en este diván de terciopelo azul.

Anónimo dijo...

¡Hola!, me atreví a husmear en tu página y me encantó. Me gustó porque escribes muy bien, ligero. En ocasiones hay narraciones muy pesadas, en cambio tu forma de escribir es como tomar agua fresca en un día caluroso.
¿Te llegaron mis cuentos? Espero que sean de tu agrado.
Respecto a tus escritos, me recordaste aquellos viejos tiempos en que solía viajar solo y llevaba siempre a mis seis compañeras ¿...?: la cámara fotográfica (una cannon), una grabadora para escuchar música, nescafé, un libro, papel y pluma para escribir una especie de "diario" el cual era como un confidente al que le decía lo que sentía en esos momentos y sabía que no me traicionaría revelando mis secretos. En uno de esos viajes fui a Mazatlán y observé uno de los paisajes más bellos que he visto: un atardecer en el océano cuando el cielo se pinta de rojo y el sol se va ocultando tras el mar. En aquellos momentos estaba sumido en la depresión y comencé a llorar y llorar... pero vieras cómo me sirvió hacerlo. Fue como liberarme de la melancolía.
Por lo que cuentas, veo que estás estudiando psicología y trabajando al mismo tiempo. Vaya, eres toda una guerrera y como buena guerrera coleccionas triunfos.
¡Felicidades!, no aflojes el paso.
Espero que pases un lindo día. Saludos.

Lilia Carrillo dijo...

Yo sé quién eres anónimo, pero mejor no publico tu nombre porque me atreví a poner en mi Diván este mensaje que enviaste a mi correo electrónico.
Gracias por tus palabras.
Me da mucho gusto también que te guste mi estilo de escribir.
Yo no conozco de técnicas ni nada de eso, yo sólo escribo como siento, como me sale.
Gracias también por compartir tu experiencia de aquel día que dejaste fluir la tristeza.
Es terapéutico llorar, se siente uno más ligero.
Que tengas una buena tarde y tan pronto lea tus cuentos te platico mi opinión.