martes, 15 de mayo de 2012

Mujer De Una Sola Pieza

Me encontraba en una casa y no era precisamente la del sol naciente, pero sí tenía mucha luz.
Las paredes, cortinas, muebles, techo y decorado eran de un color no colorido, como el blanco.
Los rayos solares se colaban por las cortinas de tela suave y transparente.
Afuera había un lago de color azul índigo y un poco más lejos, pero no mucho, se divisaba una playa quieta.
Palmeras altas y anoréxicas flanqueaban uno de los tantos jardines, para mi total asombro y admiración.
Intuí que ésta era mi casa.

La casa de mis sueños.
Y yo la estaba reconstruyendo.
Me reestructuraba internamente.
Juntaba las partes rotas.
Me convertía en mujer de una sola pieza.
Ahora me invadía la luz, el sol se posaba en mi rostro, el laberinto de la oscuridad había quedado en otra parte.


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