Yo, Valentina, confieso que he viajado en el tiempo y espacio.
En las diferentes épocas del tiempo musical.
Algunas veces he ido a la Gran Bretaña, otras a Estados Unidos y en una ocasión a Canadá.
Ayer descubrí mis viajes por diversos lares.
Tuve un "insight", como dirían los psicoanalistas.
O "me cayó el veinte", como dirían en mi pueblo.
He tenido hartos novios.
Todos ellos dedicados a una de mis pasiones favoritas.
Primero anduve con George Harrison.
Cómo me gustaba este hombre alto y delgado, de facciones finas, compositor sensible y de alma noble.
La relación no duró porque entró en escena un tal Eric Clapton, cuya forma de tocar la guitarra fue factor importante en mi decisión.
Luego descubrí que el Clapton se sentía demasiado atraído por las drogas y el alcohol, así que lo boté.
En eso andaba cuando se me atravesó el Jagger.
Feo con "f" de foco fundido, pero sexy a más no poder.
Con éste sólo tuve una aventura, demasiado mujeriego y adicto a sustancias psicotrópicas, igual que el anterior.
Salí de ahi corriendo en frieguiza y en una calle londinense me topé con Roger Daltrey y me dije a mí misma: "¿Por qué no?".
Pregunta a la cual muy pronto encontré respuesta.
Eso de romper guitarras en el escenario no era nada sano.
Me autoanalicé y descubrí que me gustaban los chicos malos.
Había llegado el momento de dirigir la mirada a hombres más fresones.
Fue así como conocí a Rick Springfield.
Tan guapo él, pero demasiada mermelada para mí. Pronto me empaché y lo cambié por David Cassidy, quien yo pensaba era un chico bueno porque salía en "La familia Partridge".
Pero era igual a los otros, mujeriego, alcohólico y adicto a esas sustancias que transforman la realidad de una forma increíble.
En los 80's fui a ver "Live Aid".
Ahí me presentaron a Paul Weller y pensé: "Merezco". Flaco, alto y sumamente sexy.
Todo hubiera ido bien con él pero tras bambalinas divisé a Tony Hadley, con todo y su chamarra larga de cuero negro.
Irresistible, sobre todo cuando lo escuché cantar sus rolas tan románticas.
Fue ahí donde también me topé con un Sting muy joven y con cara de hormiga.
No me latió en absoluto.
El que sí me latió fue Peter Gabriel, en aquel tiempo estaba rechulo. Justo como me lo había prescrito el doctor.
Posiblemente ahí me hubiera quedado, pero pronto me aburrí.
Pasó el tiempo y me volví a encontrar a un Sting más maduro. "Oh my god" (me dije con tono de Janice, la de Friends).
De aquí soy.
Cuerpo, cara, ojos, pero sobre todo, sensibilidad y musicazo.
Pero tenía un problema.
Era casado.
Y yo también, con uno que se parecía mucho a Sting, en la época madura, no la de cara de hormiga.
Después me divorcié y cierto día me encontré a Chris Botti, trompetista y compositor.
Hermoso, como un Dios Griego, pero algo silencioso.
A través de él llegué a Michael Bublé, cantante sumamente criticado, pero simpático y de muy buen ver.
Tampoco funcionó.
Yo tenía novio, un hombre no cantante ni compositor, pero sí melómano a morir.
Y desde entonces mis novios sólo habitan, como siempre lo han hecho, en el mundo de mi imaginación.
 |
Harrison, en la época en que babeaba por él. |
 |
Clapton, cuando desplazó a Harrison de mi vida, mas nunca de mi corazón. |
 |
Flaquito sexy, muy bien para un ratito solamente. |
 |
El del cuerpazo de The Who, Roger Daltrey |
 |
¿A poco le dirías que no a Rick Springfield cuando estaba así? |
 |
Rechulo el David Cassidy |
 |
Paul Weller, de Style Council, sexy, sexy, sexy |
 |
Tony Hadley, de Spandau Ballet, qué guapo era cuando el Live Aid. |
 |
Sting con cara de hormiga. |
 |
Qué mirada la de Peter Gabriel en aquellos tiempos... |
 |
Esto ya es otro Sting, muy bien le cayó la madurez... |
 |
Como un Dios Griego este hombre trompetista. |
 |
Me encanta él y cómo canta... Michael Bublé. |
 |
Me faltó mencionar a otro que fue mi novio imaginario, Cat Stevens, también sensible, me fascinan sus canciones. |