domingo, 8 de noviembre de 2009

Lo Que No Quería Reconocer

Hay un tema que no había querido contar porque mi lista de mecanismos de defensa es algo extensa.Ya saben, hay cosas en la vida que una cree es mejor no hablar, no decir, esconder bajo el diván, mantener en lo oscurito porque "como soy bien macha aguanto solita lo que sea" o "¿cómo, si siempre he sido la mujer fuerte, la que todo lo puede y la que sale adelante en cualquier situación". Pues sí, pero cuando caminas por la vida como zombie y con las ojerotas de drácula porque has medio dormido en tres meses, la gente que te conoce te pregunta, y con razón, qué te pasa, ¿te sientes bien? Lo que puedo decir es que mi forma de ver la vida, lo que pienso y siento no ha cambiado, pero muchas otras sí, desde el momento de la cirugía que era menester hacer antes de que eso que tenía me provocara otro tipo de males. Día a día, desde hace tres meses, han ido apareciendo en mi vida síntomas que antes eran unos extraños para mí. Ahora conozco muy de cerca y para mi total infortunio al señor insomnio, a la señora bochornos, a la señorita ansiedad y a la maldita depresión que no se ha instalado aún como ella lo quisiera porque me resisto, me levanto a trabajar, voy a la escuela, voy con mis amigas y trato de hacer mi vida lo más normal posible. Y así estuve resistiendo yo solita hasta que esta semana algo detonó la bomba de emociones celosamente guardadas y reconocí en un mar de llanto que las cosas no están bien, que mi lema de no pasa nada en estos momentos no es tan cierto, que me siento desgastada, que me falta energía, que no tengo ganas de hacer ejercicio, que tengo ganas de no hacer nada, que ya no me concentro en ningún libro, que la clase de yoga me parece aberrante, que estoy sumamente fatigada porque no he dormido bien y que la tristeza está a flor de piel. Era evidente, sólo faltaba que yo lo reconociera. Ya lo reconocí, ahora ya no hay marcha atrás, debo ajustar todo lo que tenga que ajustar para salir adelante y volver a ser como a mí me gusta ser, incluso ser como la tía Hello Kitty de cada uno de mis  hermosos sobrinos. 

2 comentarios:

Alexia dijo...

No sé si te sirva de consuelo, pero siento más o menos lo mismo y a mí no me han operado. Quiero compartirte esta poesía que me encanta:

MENOPAUSIA
No la conozco
pero, hasta ahora,
las mujeres del mundo la han sobrevivido.
Sería por estoicismo
o porque nadie les concediera entonces
el derecho a quejarse
que nuestras abuelas
llegaron a la vejez
mustias de cuerpo
pero fuertes de alma.
En cambio, ahora
se escriben tratados
y, desde los treinta,
empieza el sufrimiento,
el presentimiento de la catástrofe.

El cuerpo es mucho más que las hormonas.
Menopáusica o no,
una mujer sigue siendo una mujer;
mucho más que una fábrica de humores
o de óvulos.
Perder la regla no es perder la medida,
ni las facultades;
no es meterse cual caracol
en una concha
y echarse a morir.
Si hay depresión,
no será nada nuevo;
cada sangre menstrual ha traído lágrimas
y su dosis irracional de rabia.
No hay pues ninguna razón
para sentirse devaluada.
Tira los tampones,
las toallas sanitarias.
Haz una hoguera con ellas en el patio de tu casa.
Desnúdate.
Baila la danza ritual de la madurez.
Y sobrevive
como sobreviviremos todas.

Lilia Carrillo dijo...

Hola Ale! muchas gracias por mandarme esta poesía que lo dice todo. Gracias también por escucharme anoche.
Jana, gracias también a ti por tu correo electrónico y por compartir conmigo tus historias.
Xochitl, gracias por la llamada telefónica de ayer a mediodía. Tus palabras llegaron en el momento preciso.
Ustedes comprenden bien cómo me siento aunque no todas ustedes hayan pasado aún por estos avatares. Lo comprenden porque son mujeres y saben bien de qué se trata nuestra vida con los cambios hormonales.
Un beso para todas ustedes y todo mi cariño también.