Este se trata de una princesa que tenía un sapo en lugar de un príncipe.
A través de sus gafas, ella lo veía como príncipe,
pero no lo era
y se comportaba como todo un escuerzo.
Al sapo le gustaba "echarle su escorzón" a cualquier rana del estanque.
Y aprovechaba toda oportunidad para regresar con "chupetones" en su escuálido cuello.
Asimismo, el no príncipe se tomaba frecuentemente sus alipuses con otros de su especie.
Muy seguido plantaba a la princesa para irse con los Gremlins a fumar algo más que un tabaco.
Había ocasiones en que llegaba al castillo de la princesa con los ojos de semáforo en alto.
Y decía, convincentemente: "Es que hoy fui a nadar".
Cierta vez, el sapo se cayó de borracho en un antro.
La princesa se vio en la penosa necesidad de sacarlo arrastrando del lugar.
El sapo se sentía galán.
Y la princesa se lo creía.
El no príncipe, pero sí sapo, era además misógino y mitómano.
Pero la princesa estaba cegada por los lentes del amor.
hasta que la princesa tuvo un "insight" o le cayó el veinte,
como bien dicen en mi pueblo.
Ese día la princesa vio al sapo en todo su esplendor.
Ancas flacas, ojos saltones, nada por delante, nada por detrás... pero eso no era lo peor.
La princesa hubiera podido con eso...
si tan solo el sapo hubiera tenido un alma noble y un buen corazón.
FIN
4 comentarios:
Aquí aplica lo de "según el sapo es la pedrada". ¡Espero que le haya tocado un rocón!
Ese sapo es ahora, y era, un decadente.
Animo, no todos los sapos son príncipes y viceversa...
Anonymous, ese sapo hace mucho que se fue a su estanque ;)
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