sábado, 26 de marzo de 2011

Tremendo Pancho El Que Le Armé

¿Será buena idea mi deseo de ser psicoterapeuta?

Esta pregunta la traigo metida en la cabeza desde ayer, cuando salí del consultorio de mi psicoterapueta.

No sé si fue por el calor, por la junta que se me ocurrió programar en un viernes a las 3 pm, por las hormonas o simplemente porque sí, pero me comporté como una paciente bien panchera.

Le hice un panchototote.

Como esos panchos que armamos las mujeres a los hombres cuando nos da el masiosare.

Me regresioné cabronamente.

Posiblemente a los 5 años de edad.

Bueno, hasta el tono de mi voz se aniñó.

Y todo porque le atribuyo a las tabletas antidepresivas la causa de los 5 kilogramos que he aumentado.

Claro que no quiero admitir que la subida de peso se debe a mis 6 meses de no pisar el gimnasio... a mis 6 meses de comer indulgentemente todo tipo de repostería y panes...

Por supuesto que no.

Y le hice un panchote a mi terapeuta.

Como si ella tuviera la culpa de mi lonja sexy.

Como si ella fuera la responsable de mi casi comer a dos manos los cubiletes rellenos de crema pastelera, los panes daneses, las conchas y los sacher que tanto me gustan.

Hice berrinche, me crucé de brazos, le pregunté por lo menos 10 veces hasta cuándo tendría que tomar el medicamento.

La cuestioné sobre la función de esta medicina en mi cerebro. Le pedí me explicara exactamente qué es eso de la serotonina y las neuronas.

Se nos fue la hora en mi panchote.

Se nos fue la hora con ella tolerante y paciente, como si la paciente fuera ella y no yo.

Con toda tranquilidad me explicó, en su afán de hacerme comprender de la mejor manera, que mi aumento de peso se debe a mis 6 meses de flojera y tragadera, palabras mías, por supuesto.

Y cuando salí me di risa a mí misma.

Y desde ese momento hasta ahora me pregunto cuánta paciencia y tolerancia tendría yo para aguantar a una paciente panchera en un caluroso viernes por la tarde...


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