Nuestras
creencias, lo que vemos, cómo percibimos y nos comportamos, son fruto de una
historia cuyo comienzo data desde el día en que nacimos… o posiblemente un poco
antes de ello… esto último puede ser un nuevo paradigma capaz de intranquilizar a más de
un esquema.
¿Cómo
escapar a la influencia del entorno donde fuimos educados, del país o países donde
crecimos? ¿Cómo olvidar los valores inculcados, si es que hubo tales? ¿Cómo es
posible que una persona de convicciones religiosas firmes piense en la
posibilidad de obtener lo que desea sin la intervención divina de ángeles o
santos? ¿Es posible mirar el mundo a través de ojos distintos a los de mamá o
papá? ¿Es plausible la interrelación con los demás de una forma diferente a la marcada por ellos?
En
cuanto al concepto de la realidad, siempre creí era aquello que mis ojos ven.
Independiente de mí, sin que yo pudiera intervenir en los sucesos.
Respecto a
la objetividad de lo que mis ojos ven, en la escuela de Periodismo Carlos Septién García, los profesores frecuentemente hacían hincapié en la
importancia de concretarnos a narrar los hechos sin impregnarlos de puntos de
vista personales, sólo en editoriales, si acaso, era posible esgrimir
comentarios subjetivos.
En
mis años de estudios periodísticos, la lectura de “Las Enseñanzas de Don Juan”,
de Carlos Castaneda, abrió mis ojos a una nueva dimensión, aprendí en sus
escritos que la realidad que los ojos ven puede ser modificada por el peyote, droga
cuyos efectos alteran el estado de la conciencia.
Hasta el momento en que escribo estas líneas no he experimentado la realidad a través del consumo del peyote u otro psicotrópico, la realidad para mí ha sido aquélla que mis ojos pueden observar, lo comprobable y tangible.
Pero aquel día que escuché la exposición de la maestra
Andrade sobre epistemología, psicología y las dos formas como se puede ver la
realidad… y cuando leí “La Construcción del Universo” de Watzlawick y
Ceberio, se alteraron mis creencias.
Lo
expuesto por la maestra Andrade, debo admitir, cambió mi concepción acerca de
la realidad, o por lo menos gestó el ánimo de revisar algunos
paradigmas.
La realidad dependiente del observador llama mi atención por la
máxima que esgrime que el individuo construye su realidad, es partícipe de lo
observado y responsable de aquello que le ocurre. Y más aún, que esa realidad
puede ser positiva, con interacciones sanas, dependiendo de la realidad que el
observador decida construir.
A
través de la lectura de “La Construcción del Universo” comprendí que no hay
verdades absolutas porque cada “verdad” parte siempre desde el sistema de
creencias del observador.
Aquí y ahora contestaría a aquellos profesores de la
Escuela de Periodismo que la objetividad es un concepto prácticamente imposible,
la nota periodística invariablemente estará impregnada por la experiencia y creencias del
redactor o locutor.
Trasladado
al terreno de la Psicología, en el modelo Sistémico, a diferencia de la
psicoterapia tradicional, el terapeuta (observador no excluido) y el
paciente, su pareja y/o familia (los observados) formarán todos parte del sistema
para entender su interacción dinámica y diseñar estrategias adecuadas para
reestructurar las relaciones entre ellos.
Cada
uno de los integrantes de un núcleo familiar trae consigo su versión de la
historia impregnada de atribuciones de significado propias. La tarea del
terapeuta sistémico (quien también trae al consultorio sus propias atribuciones),
consiste en ayudarlos a redefinir esas historias creando una nueva versión que
los ubique en el aquí y ahora, con una forma de
interrelacionarse en la cual cada uno de los miembros se haga
responsable de sus actos.
Sucede
que cuando describimos la realidad no solamente estamos representando con
palabras lo que vemos, sino estamos revelando nuestras creencias,
hablamos de la realidad desde el sitio en el cual estamos parados.
Relatamos o
inventamos la realidad a través del lenguaje, palabras, sintaxis y semántica
aprendidos, el mundo “es” según nuestras construcciones, de acuerdo a nuestras
cogniciones y percepciones.
Watzlawick
nos retira la venda de los ojos de manera magistral cuando se refiere a la
ilusión de la “ilusión” y su conclusión sobre ésta: no hay ilusión, porque hay solamente ilusión.
Yo
tengo mi mapa del mundo y tú tienes el tuyo.
Contrastamos nuestros mapas, descubrimos
que son diferentes y los catalogamos o calificamos. Sin embargo, ninguno de
estos mapas es mejor o es peor. Se trata solamente de diferentes construcciones
derivadas de
experiencias vividas, de cogniciones diferentes, creencias aprendidas,
percepciones distintas.
El poseedor de cada mapa tiene sus propias
construcciones y juicios de valor.
Menudo
es el dilema cuando yo quiero que tú veas el mundo de acuerdo a mis propias
construcciones y, peor aún, cuando tú te crees poseedor de la verdad absoluta.
Vamos
directo al camino de auto-perpetuar la patología y el dolor, diría Watzlawick.
Lo
más inquietante es que la mayoría creemos que lo que vemos “es”, sin conocimiento
de la existencia de realidades alternativas, tanto las que cada individuo tiene,
como las que una misma puede construir.
Así
que no es posible hacer cambiar la forma de ser del padre o la madre, o de la
pareja, pero sí es posible modificar las percepciones de las historias
relacionales, a través de la construcción de una historia alternativa.
El
respeto ajeno por mi mapa y mi respeto por el tuyo evitaría muchos dolores.
Dicen
que una forma de construir mi realidad es a través de lo que pienso.
Entiendo
que para bien o para mal, pues un pensamiento negativo será una profecía
autocumplida. Aprendo que las interacciones presentes, aprovechando cada
momento intensamente, sin generar incertidumbre sobre el futuro, me labrarán
una historia de crecimiento para el día de mañana.
Inquietante
es también nuestra tendencia… de acuerdo, MI tendencia a suponer respecto a las
acciones de los demás, sobre lo que piensan o sienten.
De
tal interacción deviene el caos, los supuestos construyen realidades que
confirman tales supuestos.
Si tan sólo preguntara en lugar de suponer, atinada es
la recomendación de los autores de este libro.
Y
así como mi realidad está impregnada de mi experiencia, percepción, capacidad
cognitiva, lenguaje y juicios de valor, descubro que aquello en lo cual yo ponga
énfasis, estará acentuado por lo que mi epistemología natural y espontánea me
permite ver.
Mi
epistemología dará cierta construcción a un hecho observable, esculpirá la
forma en que lo describo y cómo lo categorizo.
La
realidad que depende del observador es flexible, el sujeto puede cambiar el
punto de observación para su realidad. Se reestructura la idea, hay nuevas
perspectivas de enfoque sobre la idea: “No
cambia el contenido del cuadro, sino sólo su marco, pero cambiando el marco se
altera el contenido del mismo cuadro” (G. Nardone y P. Watzlawick, 1992).
Los
conflictos en la interrelación entre miembros de la familia o de la pareja se
resuelven cuando cada uno de los integrantes asume la responsabilidad de sus
actos y deja de colocar el origen de sus conductas o problemas en la actitud
del otro.
Cuando
cambio el papel de víctima por el de actor participativo en los sucesos, no me
quedo con el porqué de mi situación sino con el ¿qué es lo que sucede? (aquí y ahora) con esta situación y cómo
puedo cambiar el enfoque para crear una construcción nueva con respecto al
problema.
Ahora veo que el ver la realidad como
algo que descubro y no como algo que puedo construir me ha llevado a recorrer, de
forma recurrente, caminos largos y sinuosos…
Claro,
asumir el papel de víctima ha sido menos difícil que aceptar la responsabilidad
de mis actitudes y acciones.
Los
constructivistas señalan que nada es casual… supongo fue entonces la
causalidad la que me condujo a estudiar Psicología.
Me
parece que ha llegado el momento de cambiar y romper algunos –o varios-
paradigmas.
2 comentarios:
Muchas felicidades por esta reflexión. El contenido es enriquecedor. Sabía que el cuadro no cambia, sólo el marco, el cual puede interpretarse de acuerdo a cada individuo.
La forma que lo describes es muy interesante.
Se siente el autoanálisis.
He escuchado por ahí que algunos Piscis estudian psicología debido a que están buscando respuestas a inquietudes. Hoy confirmo que así es.
Un abrazo.
El autodescubrimiento en esta carrera ocurre en cada clase, en la elaboración de cada tarea, en cada lectura.
Gracias por tu comentario.
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