martes, 17 de abril de 2012

¿Matar es Arte?

Si la memoria no me falla, cosa que últimamente sí sucede, y mucho, tendría alrededor de nueve años de edad cuando mi padre me invitó a ver por la televisión una corrida de toros, "para que me familiarizara con la cultura de la fiesta brava".
Me senté junto a él, muy emocionada, esperando ver el "culturizante" espectáculo.
Al principio lo encontré vistoso, el torero guapo engalanado con su traje de luces, "muy valiente él", pensó la niñita que yo era en ese entonces.
Pero cuando comenzaron a clavarle las banderillas al torito y vi correr la sangre por su lomo, comencé a llorar.
Me invadió una tristeza profunda y le reclamé a mi padre cómo era posible que disfrutara viendo el dolor del animal.
El argumentó una variedad de razones que no expondré aquí porque las considero viles pretextos.
Con un nudo en la garganta me fui a mi recámara, a seguir llorando por el dolor del torito en el ruedo.
La imagen del toro sangrante me siguió como fantasma durante varias noches.
Esa fue mi primera y última aproximación al aberrante espectáculo.
Ahora leo, con beneplácito, que posiblemente se erradiquen las corridas de toros en México.

Y no me quedaré en mi casa apoyando la iniciativa desde "la barrera".
Einstein decía que el mundo es un lugar peligroso, no por causa de los que hacen mal, sino por aquéllos que no hacen nada por evitarlo.
Pues bien, mi querido y admirado Albert, participaré para hacer algo por erradicar de mi país eso a lo que algunos llaman "Fiesta Brava" y orgullosos (e ignorantes, agrego yo) proclaman es un arte.
¿Acaso matar es arte?
Ahí estaré el domingo 22 de abril para apoyar a los toritos de México.

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