miércoles, 28 de octubre de 2009

La Adultez No Me Está Cayendo Nada Bien

Hace varios años que entré al mundo adulto, no sólo fisiológicamente hablando sino por mi temprana independencia económica. Muy pronto en mi vida comprendí que el mundo adulto tiene sus ventajas apreciables. Por ejemplo, andar por el mundo sin pedir permiso y sin horarios de llegada. Comer la cena en donde quiera. Colgar todos los cuadros de Buda que me encuentre en tiendas y bazares. Llenar el refri con las cosas que me gustan. Escuchar la música al volumen que plazca a mis oídos. Irme a la playa sin rogar por el dinero. Comprar los chuchulucos que yo quiera. Decidir yo misma si hago o dejo de hacer las cosas.
Sin embargo, también muy pronto aprendí que el mundo adulto tiene sus muy apreciables ventajas hasta que te casas o te llega la responsabilidad. Y pues otra vez a pedir permiso y con horarios de llegada, pero esta vez sin el subsidio de los padres y nada de que no pasa nada si trabajo o renuncio o me renuncian. Eso de la adultez no me está cayendo nada bien, diría alguien por ahí.

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